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Curandero matancero asombra al sanar empachos a distancia

sábado, 31 de agosto de 2024 por Luis Enrique Castillo

Curandero matancero asombra al sanar empachos a distancia
Orlando Díaz Herrera - Imagen de © Radio Habana Cuba

Un cubano residente en el poblado de Tomeguín, en el municipio de Perico, perteneciente a la provincia de Matanzas, ha alcanzado cierta notoriedad por su peculiar manera de curar los empachos.

“Tú puedes estar en La Habana y con el nombre tuyo te curo el empacho o la mala digestión. De mi casa yo se los quito a los que están en los hospitales, los padres me dicen se llama fulano de tal y está en tal sala y ya. Al igual que el gusano de la res, solo necesito saber dónde está y se le cae al animal sin echarle ningún medicamento”, expresó Orlando Díaz Herrera a la oficialista emisora Radio Habana Cuba.

Su manera de “resolver” los empachos a las personas, dice él que “es un don natural” que aprendió de manera autónoma. “Hay muchos que dicen cómo podrá ser, pero en este mundo hay de todo y para todos. Esa obra yo se la hago al que lo necesite”, señala.

Remedios tradicionales en Cuba

Antiguamente, el empacho era uno de los padecimientos más frecuentes en la Isla. Se refiere a comer en exceso en una sola ocasión o ingerir alimentos indigestos. Para su tratamiento se conocen excelentes remedios caseros como el agua clara tibia, la infusión ligera de flor de manzanilla, de flor de sauco, o de té.

Los curadores de empachos son personas habitantes del campo cubano y tradicionalmente lo curan con rezos, asistidos de una cinta métrica para medir la gravedad de su mal, o de una toalla. Otro método es sobar una de las piernas con aceite o manteca de cerdo, hasta que la bola dolorosa que usted nunca imaginó que había allí, desaparece.

Orlando, sin embargo, cuenta que una vez ayudó a una niña que estaba ingresada en un hospital, donde también se encontraba su hijo. “Había una niña que la iban a remitir porque todo lo que le caía al estómago lo devolvía. Entonces la señora mía me dijo que su mamá quería que la sobara y como yo estaba parado en la puerta del cubículo frente a la niña desde ahí mismo lo hice. Después mandé a mi mujer a que le diera tres traguitos de agua de la pila. Al otro día le dieron el alta médica”, contó.