Dos décadas después de su debut en Atenas 2004, Mijaín López bajó este martes las cortinas de su inigualable carrera olímpica y la emoción tocó niveles insospechados al verlo arrodillado, colocar sus zapatillas en el centro del colchón y derramar lágrimas entre un manojo de sentimientos.
En el combate que le dio su quinta medalla de oro en Juegos Olímpicos, el “Gigante de Herradura” exhibió ese semblante de hombre invencible, de tipo rudo, pero su naturaleza indomable cambió luego de decretarse el éxito sobre su compatriota Yasmani Acosta (6-0), representante de Chile y orgullo también de la isla.
Con un andar lento, López, vestido de rojo, maillot apretado, retornó a la superficie competitiva y regaló una despedida legendaria para el deleite de las miles de personas presentes en el Champ de Mars Arena y las muchísimas más que lo vieron convertirse en el único deportista en la historia en ganar cinco veces el mismo evento individual bajo la sombra de los cinco aros.
Una leyenda viviente
Decir Mijaín es hablar de una leyenda viviente, de esos elegidos por la gloria. Se entiende que sea catalogado como el “GOAT” (el mejor de siempre) de la lucha, porque, además, suma otros cinco títulos universales y cuatro en lides multideportivas a nivel continental.
Cuentan que su única derrota en los Juegos Olímpicos aconteció el lejano 24 de agosto de 2004 versus el ruso Kashan Baroev. Después llegaron solo sonrisas y bailes en Beijing 2008, Londres 2012, Río de Janeiro 2016, Tokio 2020 y ahora París 2024. Insuperable.
Pierda el miedo, dígalo. El cubano es uno de los mejores deportistas de la historia. Los resultados lo avalan. Un hombre que llegó a Francia sin pelear desde el 2021 y siempre pareció que el esfuerzo estaba de paseo cerca de la Torre Eiffel.
Los Ángeles 2028 lo extrañará... el Olimpismo lo extrañará. Atletas de su nivel no son fáciles de olvidar. Y ello lo sabe hasta el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, quien no dudó en acercarse para felicitarlo. Es el Michael Jordan del baloncesto; el Messi, el Pelé o el Maradona del fútbol; el Bolt del atletismo; el Phelps de la natación…
A sus 41 años no dio margen a dudas. Sigue entero, fuerte como siempre. Pero ya dijo que no seguirá y sus palabras se respetan. Toca agolpar los asientos y hacer reverencia: un rey nos dice adiós.