La monja cubana Nadieska Almeida Miguel, conocida por su dura crítica al régimen castrista, compartió un texto en su perfil de Facebook donde describe con profundo dolor la realidad diaria del pueblo de Cuba.
Nadieska, Superiora de las Hijas de la Caridad en la Isla, recordó un pasaje de la Biblia para invitar a "nuestro amado y sufrido país" a optar por el bien en medio de la angustia, el cansancio y el agobio, pero sobre todo, a no perder la esperanza. "Duele mucho por lo que nos están haciendo atravesar como nación. Taladra permanentemente el alma tanto desconsuelo, tanto abuso, tanta precariedad y represión", expresó.
"Como los primeros cristianos que fueron sometidos hasta la muerte, nosotros, creyentes y no creyentes, llevamos años de llantos amargos, de silencios impuestos, de hambre compartida, de miedos evidentes y disfrazados", agregó la religiosa.
Un mensaje directo al gobierno
La religiosa envió un mensaje al gobierno, que continúa dictando nuevas medidas económicas que solo empeoran la crisis, sin reconocer su responsabilidad en el desastre que ha sumido en la pobreza a miles de familias y ha obligado a otros tantos a emigrar. "Cada nueva propuesta, reforma o ley no hacen más que ahogar nuestra existencia y llevarnos a la angustia, a la huida, al abandono de lo nuestro, a abrirnos a lo que nos rompe al dejar atrás a los más queridos sin saber a ciencia cierta qué encontraremos en otras tierras, que puede ser el gran sueño de la libertad y de la prosperidad, valiosas, por supuesto, pero roto el corazón y agotada la vida con una mochila sobre la espalda", subrayó.
Segura de que el bien siempre triunfa sobre el mal, la Hija de la Caridad pidió a sus compatriotas no rendirse y dejarse robar la esperanza, a pesar de que "es una realidad innegable que estamos en los peores momentos de nuestra nación".
Almeida Miguel llamó a sus compatriotas a buscar la libertad que hay dentro de cada uno: la de ser mejores personas, la de decir lo que se siente sin aplastar ni permitir que lo aplasten, de reclamar serenamente un derecho y hacerle frente a tanta injusticia.
"Cansados, pero no derribados. Sí, silenciados y asfixiados, pero dignos. Sí, casi muertos, pero aún con vida… Y sobre todo confiados en que Dios permanece a nuestro lado, camina con nosotros, le duele el dolor de nuestro pueblo y nos sostiene. Esa es y debe ser por siempre nuestra fuerza", recalcó.