Muchos se preguntan dónde han ido a parar deportistas que un día brillaron en el universo atlético; hoy recordamos a uno de ellos, el saltador de altura Marino Drake, quien tuvo la suerte, o la mala suerte, de coexistir con el mejor del mundo, Javier Sotomayor. Con una marca personal de dos metros y 34 centímetros, el cubano participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, el Campeonato Mundial de Atletismo de Tokio 91 y los Juegos Panamericanos Habana 91, entre otros eventos de primer nivel, siendo estos donde obtuvo sus mejores resultados.
Para coincidir aún más con el "Príncipe de las Alturas", Marino nació en el mismo municipio matancero, Limonar, y fue entrenado inicialmente por el mismo descubridor de Sotomayor, el profesor Carmelo Benítez, así como por Anacleto Espinosa a nivel provincial y luego, en el alto rendimiento, por los profesores José Godoy, Juvenal Pérez y Guillermo de la Torre, artífices de los grandes triunfos de Javier Sotomayor.
Vida en Estados Unidos
Marino Drake actualmente vive en Carolina del Norte, Estados Unidos. Trabaja en la North Carolina Central University (NCCU), una de las universidades históricamente negras del país, centro de altos estudios que permitió la educación de miles de afroamericanos durante los tiempos de la segregación. Trabaja allí desde hace 16 años y ha pasado la mayoría de su vida laboral en Estados Unidos, después de llegar en 2002.
Drake se retiró del deporte activo en 1997. Tras su retiro, trabajó en República Dominicana como parte de una misión deportiva del INDER durante dos años. Allí conoció a su actual esposa, Clare Barrington. Al concluir la misión, regresó a Cuba y después de un proceso intenso de decisiones y papeleo, se casó y emigró a Estados Unidos. Tiene tres hijas, dos nacidas en Estados Unidos y la mayor, 100% cubana. Todas viven con él y son el amor de su vida. Solo una de ellas, Rafaela Drake, siguió sus pasos en el deporte, destacándose en triple salto y longitud.
Trayectoria en NCCU
En la NCCU, Marino es Assistant Head Coach, algo así como el subdirector del programa de atletismo de la universidad. Llegar a este puesto no fue fácil, ya que emigró con más de 30 años y sin saber inglés. Trabajó en diversos empleos, desde limpiar pisos hasta ser cocinero, trabajar en una fábrica de sábanas y entrenador personal en gimnasios. Después de estudiar y conectarse con algunos entrenadores, comenzó como entrenador voluntario en la Universidad “Johns Hopkins” y luego en la Universidad de South Carolina, con uno de los mejores entrenadores del país, el coach Frye. Gracias a sus referencias, fue contratado en NCCU.
Perspectivas y Opiniones
Marino Drake sigue de cerca a los saltadores, tanto cubanos como internacionales. Su deseo es que Luis Enrique Zayas se recupere completamente de su lesión y pueda realizar una actuación digna en futuros eventos. Aparte de él, destaca al italiano Gianmarco Tamberi y al catarí Mutaz Essa Barshim como otros grandes competidores en el salto de altura.
En cuanto a la pequeña delegación cubana que asistirá a París 2024, Marino expresó su apoyo a todos los atletas cubanos, sin importar la bandera bajo la que compitan. Cree firmemente que cada persona tiene derecho a su autodeterminación y a aprovechar las oportunidades que se presenten para su bien y el de su familia.
Reflexiones y Recuerdos
Marino se considera un hombre feliz y está agradecido por todo lo que ha logrado. A pesar de las dificultades y los momentos difíciles, aprecia las experiencias vividas y las personas que lo ayudaron en su camino. Su amistad con Javier Sotomayor es uno de los aspectos más importantes de su vida y no cambiaría nada de su trayectoria deportiva por ello.
Recordó con cariño su participación en los Centrocaribes de México 90, donde pasó de ser un desconocido a ser un rival a tener en cuenta para Sotomayor. También mencionó el Mundial de Tokio, donde los cinco primeros saltadores fueron negros, un hecho significativo en la historia del atletismo.
Drake agradece a todos sus entrenadores y compañeros del deporte, reconociendo que cada uno de ellos jugó un papel crucial en su desarrollo como atleta y como persona. A pesar de las dificultades económicas que enfrentó Cuba en su época, Marino valora las oportunidades que tuvo y los logros que alcanzó.
En resumen, Marino Drake es un ejemplo de resiliencia y éxito, tanto en su carrera deportiva como en su vida personal y profesional en Estados Unidos. Su historia es un testimonio de cómo la perseverancia y el apoyo de amigos y mentores pueden llevar a grandes logros.