Una cubana de 94 años fue expulsada del apartamento en el que vivió casi cuatro décadas en Madrid debido a una deuda de casi 12,000 euros. Alba Marina Milagros López, oriunda de Santa Clara, es arquitecta y pintora autodidacta. Llegó a España en 1985 y se estableció en un piso de 60 metros cuadrados en el barrio de Lavapiés, donde este miércoles fue sacada en camilla.
A los 55 años, Alba Marina no pudo revalidar su título universitario, por lo que tuvo que desempeñar otros oficios, además de diseñar y vender postales navideñas para subsistir. El edificio pertenece a la inmobiliaria GUIGA SL, que la llevó a los tribunales ya que acumulaba una deuda cercana a los 12,000 euros tras casi dos años sin pagar el alquiler. Ella sostiene que solo tiene una pensión no contributiva de 517 euros, mientras que la renta asciende a 650 euros mensuales.
Desalojo con despliegue policial
La anciana desconocía que ese día tendría que abandonar su hogar; sus allegados se lo ocultaron para no agravar su condición de salud, pues padece una bronquitis crónica que la ha llevado a estar ingresada dos veces este año. El desalojo se ejecutó con un amplio despliegue policial, que impidió incluso a sus vecinos ayudarla con la mudanza y despedirse. Estos mismos vecinos impidieron un anterior intento de desahucio el pasado 7 de junio.
Marina fue sacada a la calle atada a una silla que empujaba una trabajadora del Samur Social. Los oficiales le colocaron un cinturón de seguridad sobre el pecho que le inmovilizaba los brazos para evitar que se hiciera daño en el forcejeo. Ya en la calle, dos hombres la subieron a una camilla y la metieron en la ambulancia.
Según narró a El País su sobrino Alejandro López, el único allegado que entró a la vivienda con la comisión judicial, su tía se resistió con todas sus fuerzas. "Había más de seis policías dentro del piso, se han puesto muy agresivos con ella y ella estaba desesperada, no se lo creía, estaba gritando que tenían que matarla ahí adentro. Nos han sacado para que no haya testigos de cómo la están tratando", relató.
La señora no pudo recoger sus pertenencias ni despedirse de sus vecinos. Solo dos amigos pudieron entrar después y recogieron su ropa y sus cuadros. Todo lo demás se quedó dentro del inmueble. Marina se encuentra ahora en una residencia. En un mensaje que envió por celular a una amiga, expresó: "Estoy con un disgusto muy grande, al final, tuve que ceder. O me sacaban a la fuerza. Ahora en la residencia, lo primero y único bueno fue la ducha. La comida fatal. Mirando en el comedor a cuatro ancianitas, sentadas esperando a que les sirvieran".