El corresponsal de CNN en Cuba, Patrick Oppmann, subió a la fragata rusa Almirante Gorshkov, que se encuentra en La Habana desde el miércoles, como parte de la visita oficial que realiza una flotilla de guerra rusa a la Isla. El periodista, que lleva 12 años viviendo en Cuba, asegura que ha hecho todo tipo de colas: para comprar comida, para pagar facturas, pero nunca pensó que debería hacer una para embarcar en un buque de guerra ruso. Y es que los barcos y el submarino han suscitado gran interés en los cubanos, que esperan horas para subir a la vistosa fragata, única que se autorizó a visitar.
"El Gorshkov es uno de los buques más modernos de la flota rusa, capaz de disparar misiles hipersónicos que viajan a más de 9.600 km/h. Me costaba imaginar que el preciado barco del presidente Vladimir Putin estuviera abierto para que cualquiera pudiera verlo", admitió.
Oppmann estuvo más de una hora esperando bajo el sol y durante ese tiempo comprobó que para muchos cubanos, la visita del destacamento naval ruso es como un regreso al pasado. Antes de entrar, un oficial de la Marina cubana advirtió a los visitantes que no podían llevar objetos punzantes como cuchillos, tijeras o rasuradoras. Luego, agentes de seguridad del Estado vestidos de civil verificaron los números del carné de identidad de las personas en una base de datos en sus teléfonos. La subida fue en grupos de 20.
"Delante del buque, los marineros habían colocado un cartel en inglés que declaraba que el 'objetivo principal' del Gorshkov eran las 'operaciones de combate contra buques de superficie y submarinos enemigos'", subrayó el reportero.
Un recorrido por el pasado
El recorrido comenzó en el enorme helipuerto y luego pasó a la proa, desde donde podía ver el submarino Kazan. Según Oppmann, cada pocos metros había un marinero ruso vigilando. Comprobó que hablaban más inglés que español. En la parte delantera, un marinero le enseñó un sistema antimisiles con un enorme cañón capaz de disparar proyectiles a una distancia de 23 kilómetros.
"Un nivel más arriba, donde parecía haber equipos de comunicaciones sensibles, un soldado ruso con equipo táctico y un fusil de asalto a su lado nos miraba", precisó. "Desembarqué del buque de guerra ruso en La Habana con la sensación de que la Guerra Fría no parecía un recuerdo tan lejano...", concluyó.
Hasta este sábado a las 4:00 pm, los cubanos podrán subir al buque, una opción que ofrece la embajada de Moscú en la Isla. Decenas de cubanos hacen fila para ingresar al buque, que llegó al puerto de La Habana el 12 de junio junto al submarino de propulsión nuclear Kazan, el remolcador de salvamento Nikolai Chiker (SB-131) y el buque petrolero de la flota Pashin. La visita, que se extenderá hasta el 17 de junio, ha generado gran expectación en la Isla.
Para los cubanos, sumidos en la peor crisis económica de las últimas décadas, se trata de una experiencia única y acuden curiosos a admirar los barcos y a hacerse fotos y videos con los marinos rusos que bajan a tierra.