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Georvis Elías rompe barreras en el baloncesto español a los 42 años (ENTREVISTA)

viernes, 14 de junio de 2024 por Manuel García

Georvis Elías rompe barreras en el baloncesto español a los 42 años (ENTREVISTA)
Basquetbolista cubano Georvis Elias - Imagen de © Cortesía CiberCuba

La sala “Rafael Castiello” de la capital guantanamera hervía de emoción como agua en ebullición. Miles de aficionados colgados de ventanas, torres y hasta en el techo seguían con pasión las incidencias de la Liga Superior de Básquet. No por gusto bautizada como la Caldera de San Justo, muchos de los mejores jugadores de la década del 2000 se enfrascaban en encarnizados duelos; entre ellos, Georvis Elias, un guapo muchachón de dos metros y 100 kilos que a sus 42 años todavía juega en la liga española del deporte de las cestas.

Julita, aunque parezca mentira, todavía juego a mis 42 años en el club Baloncesto Daimiel de Ciudad Real y me mantengo, ahora con mis 105 kilos de fibra jajajaja. Salí de Cuba en el año 2009 a jugar un amistoso contra esa gran selección española encabezada por los hermanos Gasol y compañía en Las Palmas de Gran Canaria. Para mí siempre fue un viaje sin regreso porque ya lo había decidido… ¡quería ser libre!

Del calor de Guantánamo a la acogida en España

¿Y cómo te ha ido en España, cómo te recibieron en la Isla?

En Gran Canaria existe una comunidad cubana muy grande y desde el inicio fuimos muy bien acogidos y te hablo en plural porque recordarás que éramos cuatro: los pivots Georfry Silvestre y Grismay Paumier, y el base Taylor García. Estábamos en casa como quien dice.

¿Y me dices que antes de irte habías tomado la decisión de quedarte?

Era una decisión tomada desde Cuba entre mi hermano el Gato Silvestre y yo. Éramos los que más tiempo llevábamos en la selección y a nosotros se nos unieron dos jóvenes, Paumier y Taylor, como te dije. Todo marchó bien. Al principio, un poco nervioso, te podrás imaginar el cambio de vida que se impone: sin tu casa, sin tu familia, sin tu gente, sin tu país, pero nunca con arrepentimiento.

Justo a las dos semanas de llegar se apareció el gran Aroldis Chapman, quien había dejado el equipo en Holanda antes de comenzar el tradicional torneo de Rotterdam.

¿Cómo él dio con ustedes?

Porque la noticia de nuestra decisión sonó ¡y vaya si sonó! Fue un acontecimiento mediático: de doce jugadores, cuatro se quedan en España. Sacaron una foto de nosotros en un bar y así Aroldis nos localizó. Todavía él desconocía su destino y, desinteresadamente, nos brindó su ayuda. Desde el primer momento, nos facilitó todo. Nunca olvidaré ese gesto al igual que el del púgil Yuriorkis Gamboa, quien también nos respaldó. Estuvimos meses entre Barcelona y Andorra hasta que Aroldis partió hacia los Estados Unidos.

Un tren en forma y su vida en Ciudad Real

¿Cómo has logrado mantenerte en forma?

Te cuento: me llaman el tren de Guantánamo por mi envidiable físico, musculoso, atlético. Es cierto que yo me cuido pero ¿te imaginas quién fuera yo ahora mismo en Cuba? ¡Por favor! Si súper estrellas están olvidadas. Sería, cuando más, entrenador en la EIDE del Guaso. Quedarme ha sido la mejor decisión de mi vida. Yo me cuido mucho, me mantengo: ejercicios, buena alimentación. Tengo lo necesario.

¿En la actualidad dónde vives?

Toda mi vida profesional la he realizado en España, me ha costado salir de aquí. Yo soy de los que si se encuentran bien en un sitio, no me muevo. En la actualidad, como te dije, juego en el club Baloncesto Daimiel y vivo en Ciudad Real, una localidad situada a hora y media de Madrid. También he jugado en el club Albacete de Castilla-La Mancha, en el cual soy el jugador que más puntos, rebotes y asistencias acumula. De hecho, tengo una camiseta puesta en la pared de la cancha, homenaje que le hacen a los mejores. Con el Albacete estuve cuatro años y ya llevo cinco con Daimiel.

Cuando decidí vivir en Canarias jugué con equipos de Lanzarote y de Tenerife. En el 2012 estuve a punto de hacer el equipo de Gran Canaria de primera división pero mis papeles aún no estaban como ciudadano español y ocupando plaza de extranjero era muy difícil.

Primeros pasos y recuerdos de la Caldera de San Justo

¿Primeros pasos, primera cancha, primer entrenador? ¿Fuiste siempre basquetbolista?

Mis inicios en Cuba se remontan a mis 8 años; entrenaba en la mítica caldera de San Justo. Mi primer entrenador y el que más quiero se llama Antonio Martín a quien se lo debo todo. Solo practiqué baloncesto a pesar de muchos intentos fallidos para desviarme al voleibol. Guantánamo es una provincia que ama el baloncesto. Nuestros jugadores tuvieron su época dorada en los 80, cuando fueron tres veces campeones nacionales de la primera categoría.

Además, cuando se creó la Liga Superior, hicieron una magnífica yunta con los santiagueros y surgieron aquellos Orientales que tantas batallas brindaron, fundamentalmente frente a Capitalinos. El básquet era y es la pasión de muchos en mi terruño natal; en mi caso, desde los 8 años no suelto el balón. Se jugaba por todos lados y encima teníamos la suerte de poder ver partidos universitarios y de la NBA, el mejor básquet del mundo, por el canal de la base naval que por aquel entonces llegaba a todos los televisores de la provincia. Todo eso contribuyó a que el baloncesto me entrara en las venas cual sangre que necesitas para vivir.

Fue así que participé exitosamente en juegos pioneriles, escolares y juveniles. Fíjate si era bueno que con apenas 15 años, ni primer año juvenil era, me llevaron a un torneo de primera categoría y aquello fue tremendo. Guantánamo tenía un muy buen equipo que contaba con figuras referentes del baloncesto nacional, encabezados por Roberto “La Piedra” Simón, un señor pivot, a quien aprecio mucho y que siempre me ayudó y aconsejó.

La Piedra es el padre de esa cátedra del voleibol mundial que es Roberlandy Simón, hoy día pieza angular del seleccionado cubano que aspira a asistir a París, dándolo todo en la Liga de las Naciones. Pero bueno, volvamos al niño Georvis.

Puedo decirte que yo era el típico “niño” del equipo en aquel comienzo, pero sucedió un imprevisto por así llamarlo: jugando en semifinales, si mal no recuerdo contra Capitalinos (menudo equipazo, que te puedo contar que no sepas) hubo un momento que habían salido varios jugadores por acumulación de faltas y Humberto Soler, que estaba super bien, se lesionó la muñeca.

Prácticamente no había otra opción: entré a la cancha y fueron esos minutos que marcaron mi consagración, jugué hasta de base siendo alero. Fueron solamente unos minutos, calzaba mis “tenis matanceros”, pero impresioné. Después participé en mi primer Campeonato Nacional Juvenil y fue cuando me subieron para la ESPA nacional en Habana del Este. Estuve dos años ya que con 18 años fui llamado al equipo nacional en el Cerro Pelado.

Georvis no lo dice por modestia, algo que siempre lo ha caracterizado, pero en esos dos años en la ESPA nacional mucho que me ayudó al cuidarme cual hermano mayor a mi hijo Julito, tenista, pequeño, delgadito, propenso a ser “la pelota” del grupo; sin embargo, ahí siempre estaban los basquetbolistas con mi entrevistado de hoy al frente, velando por el más pequeño de mis retoños… cosas que no se olvidan ¿verdad?

Georvis ¿cómo te fue en el Cerro Pelado?

El camino no fue nada fácil pues nos tocó vivir una época mala. En el año 1999 se quedaron aquellos monstruos del baloncesto cubano que encabezan Lázaro Borrel, Ángel Oscar Caballero y Roberto Carlos Herrera que en paz descanse.

Entonces, la generación que venía detrás, a la cual pertenecía yo, nos tocó “pagar los platos rotos”. Yo entro en el 2000 a la selección y solo era entrenar, entrenar y entrenar, sin fogueo internacional alguno. Nuestro único objetivo era la Liga Superior de Básquet (LSB) ¿te imaginas? Estuve en el Cerro Pelado hasta el 2009 y todo ese tiempo me dirigieron Daniel Scott y Leonardo Pérez; me hubiera encantado tener de entrenador a Miguelito Calderón pero él ya no estaba. Para mí era el mejor entrenador que había en esa época. Sé que con él podía haber explotado más mi baloncesto; no creo que se iba a detener en nimiedades tales como: “no te dejes la barba, no te hagas tatuajes, no uses esa ropa” que tanto me molestaban en aquellos tiempos.

Por ende, en ese período de nueve años en el Cerro Pelado no todo fue color de rosa pues mientras me llevaba bien con todos, de mi deporte y de todos, viví muchos malos momentos. Hubo un tiempo que si no te reías con el entrenador o “no le hacías la pelota” como se dice aquí en España no eras de su agrado. Tuve que aguantar mucho, pero gracias a Dios todo me sirvió para ser quien soy hoy... ¡un hombre libre!

Muchas veces los periodistas vamos a hacer la entrevista o el reportaje y esas interioridades se dejan a un lado pero ciertamente, por mi cariño hacia él, me enteré de algunas de esas cuestiones, que hoy se pueden lanzar al viento pero en aquel tiempo le hubiese sido perjudicial el haberlas divulgado ¡en fin!

¿Siempre jugaste de tres o sea, de alero?

Sí, siempre he jugado de tres, es la que más me gusta, aunque podía hacerlo hasta en tres posiciones: tres, cuatro y cinco, o sea, alero, alero pivot y pivot; los que me conocen bien saben a lo que me refiero. Fíjate que ahora me desempeño en las posiciones cuatro y cinco; es lo que necesita el equipo y ahí estoy.

Experiencias y recuerdos inolvidables

¿Principales eventos internacionales?

La experiencia más grande que tuve con la selección nacional fue en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Cartagena de Indias 2006 en Colombia. A pesar de no subir al podio pude estar rodeado de los mejores deportistas de Cuba, fue una bendición.

¿Tu recuerdo más bonito del básquet cubano?

¡Uff! Julita recuerda que el básquet y su LSB llegó, no a igualarse sino a superar en espectacularidad a la Serie Nacional de Béisbol. La gente enloquecía, las instalaciones repletas, toda la afición super enganchada; fueron momentos inigualables. Aquella Caldera de San Justo ¡personas subidas por los techos!

Y cuando me quedé, recuerdo cómo me escribían los fanáticos que ya no querían ir a ver más baloncesto en Guantánamo. Y, es cierto, más nunca se ha vuelto a llenar mi querida Caldera de San Justo. La verdad es que leía los correos y se me saltaban las lágrimas.

Las cosas han cambiado mucho ahora. Afortunadamente salen jugadores con contratos, por su cuenta o por la Federación. Eso en mi tiempo no existía; además de las mentiras que nos decían pues aún Silvestre y yo estamos esperando el contrato en Rusia, que tanto nos prometieron.

Por lo menos ahora, aunque no sean todos los que desearíamos, hay algunos que han podido jugar en el exterior y así colaboran con una mejoría de nuestro baloncesto, y por supuesto, en beneficio propio.

A nivel interno, sí es más difícil que volvamos a ver aquellas intensas jornadas de buen baloncesto porque todos sabemos que faltan muchos recursos y quizás, hasta deseos, pero bueno es lo que hay y ¿por qué no? lo que no hay: transporte, alimentación, hospedaje, deprimentes condiciones de los tabloncillos, incluyendo los tableros y balones.

¡Cuán ciertas son tus palabras!

¿Deseos para los cubanos clasificados a París?

Julita yo soy fan a mi gente de Cuba, me da igual el deporte, me da igual por el país por donde compitan. Siempre voy a desearle lo mejor porque sé de la cuna humilde de la que salimos la gran mayoría. En los Juegos Olímpicos apoyaré a todos los cubanos, compitan por donde compitan.

¿Eres feliz, te sientes realizado?

Pues sí, en lo personal me siento realizado. He podido hacer mi carrera fuera de Cuba. Como te dije tengo mi camiseta colgada en un pabellón aquí en España, que eso ya sabes se lo hacen a las leyendas.

Otro sueño cumplido fue jugar con un cubano, en este caso guantanamero como yo, el escolta Raudelis Guerra, quien se quedó en una escala de la selección nacional en Madrid, ya hace casi tres años. Estuvo dos años conmigo y ahora se encuentra jugando en Córdoba, Andalucía.

¿Cuándo viene Georvis Junior? Jajajaja ¡pronto! Serás la primera en enterarte. Y como siempre, te agradezco que no me hayas olvidado. Salúdame al Lolo (Julito) Jajajaja.