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Residentes de Villa Clara cortan carretera exigiendo agua potable

jueves, 13 de junio de 2024 por Martha Ortega

Tras más de dos meses sin agua potable, los residentes del poblado villaclareño de Ecoa 13, ubicado en la carretera a Camajuaní en Santa Clara, han decidido cerrar la avenida en protesta por la negligencia de las autoridades y exigieron el restablecimiento del servicio.

Los manifestantes confirmaron que llevan más de dos meses sin el líquido, por lo que se lanzaron a la calle a cerrar el tráfico al grito de "queremos agua". Mujeres y niños colocaron varios tanques plásticos vacíos en medio de la calle para obstaculizar el tránsito vehicular.

Tras la protesta, el régimen envió tres pipas de agua para calmar los ánimos. La internauta Amelia León Pacheco, vecina de esa localidad, afirmó que la manifestación ocurrió porque el disgusto es generalizado. "Es insostenible tener a una población sin agua tantos días. No hay justificación... enseguida tuvo solución y el delegado del consejo lo sabía porque yo misma le hice un llamado de atención, una intervención oportuna habría evitado eso", expresó.

Un testigo confirmó al medio independiente Diario de Cuba que "la gente lleva semanas cargando agua a lo largo de la carretera con esos cubitos". Más del 60% de los cubanos vive sin suministro estable de agua potable y el 80% sufre de cortes de electricidad en sus hogares, según una encuesta del Observatorio de Derechos Sociales en Cuba el pasado año.

Protestas por la escasez de agua y cortes de luz

En ese contexto, las protestas por la escasez de agua y los cortes de luz se han vuelto cada vez más frecuentes. El pasado año, más de una docena de mujeres cubanas, muchas de ellas acompañadas de sus hijos, cerraron la intersección de las calles Monte y Agramonte de La Habana Vieja en protesta por la prolongada escasez de agua en ese municipio habanero.

El régimen culpa de la crisis en el abasto del líquido al mal estado de las tuberías y la falta de mantenimiento, pues los equipos que impulsan el agua, al menos en la capital, tienen más de 20 años sin recibir mantenimiento ni ser sustituidos.