Un niño cubano de nueve años camina cada día hasta seis kilómetros en La Habana, y no lo hace para verse con sus amiguitos o con algún familiar, sino para pedir dinero para comer.
El menor reside en alguna parte de La Víbora, en el municipio Diez de Octubre, y cada día anda lentamente hasta El Vedado para tratar de comprar al menos dos o tres pizzas que cuestan 200 pesos. El abogado y escritor Ricardo Acostarana lo conoció y conversó con él. El niño estudia en la escuela primaria Jesús Hernández Alfonso, está en cuarto grado y le gustan las ciencias naturales.
"Sale a caminar de lunes a viernes cuando regresa de la escuela. Los viernes llega al Vedado más temprano porque las clases solo son hasta mediodía", relató en su muro de Facebook. "El niño no coge guagua, no sabe qué guagua se coge hasta el Vedado y 'dos pesos son dos pesos', o eso me dijo", agregó.
Decenas de personas comentaron en la publicación, indignadas ante la cruel realidad de la infancia en Cuba, y algunas se ofrecieron a ayudar al protagonista de tan triste historia.
"Se me encoge el corazón cada vez que veo un niño pidiendo dinero, ayudo con lo que puedo, no arreglo el mundo pero al menos pienso que puse mi granito de arena, ojalá pudiera hacer más", dijo una madre de familia.
"No es un niño único, de ahí tanta tristeza. Conocí un caso parecido de un niño que me contactó por la calle, pero vive en Guanabacoa. Me dijo que se dedicaba a arreglar patios, chapear, fregar autos, lo que sea, me dijo. Me quedé atormentado. Le di todo el dinero que llevaba encima", relató un escritor.
Una residente en La Víbora afirmó que en su barrio se ven y oyen muchos niños y jóvenes incluso hasta altas horas de la noche pregonando pan, ciruelas, tamarindo, entre otras cosas. "Lo peor es que no parece importarle a nadie. A muy corto plazo estaremos viendo las tristes consecuencias de esa mala alimentación, nutrición y vida de los niños y jóvenes de hoy", lamentó.
"En lo que se ha convertido mi país, que los niños tengan que pasar por esa triste realidad. Conozco una historia similar, pero el niño de 12 años vende agua para comer y lo hace después que sale de la escuela", denunció una manzanillera.