Un médico cubano relató cómo decidió abandonar su profesión y reinventarse como camarero, ya que con el salario que ganaba en el sector de la salud no le daba para vivir. Ernesto Fajardo se graduó de la carrera en 2022 y no tuvo problemas para acceder a su especialidad soñada: la Ortopedia. A pesar de cuánto amaba su trabajo, no aguantó ni un año.
“El dinero no me alcanzaba para nada. Apenas cobraba le daba un porciento a mi mamá para los gastos de la casa, y con el resto hacía una salidita y se acabó. En resumen: me pasaba una semana con dinero y tres sin un centavo en la cartera”, contó al semanario Girón.
Una realidad insostenible
El joven sabía que en Cuba los médicos nunca han ganado bien, pero nunca pensó que con su salario ni siquiera podría lograr sus metas económicas más elementales.
"No puedo depender de mi madre toda la vida. Ella, dicho sea de paso, tiene 55 años y tres trabajos. Se pasa madrugadas enteras frente a la computadora, para sacarnos adelante. No era justo con ella si continuaba en la profesión a costa de su desgaste", recalcó.
"Ni siquiera ahora que subieron el salario, que no termina de ajustarse con la carga que tienen los médicos y especialistas en los hospitales. Imagina que de mi año empezamos 10 en Ortopedia, y ya quedan cuatro. De hecho, al inicio sumábamos 20 los residentes de los cuatro años, y hoy en total quedan ocho", detalló.
Condiciones deplorables en los hospitales
Ernesto denunció la situación del Hospital Provincial Faustino Pérez, donde escasean tanto el personal médico como los insumos sanitarios.
"Gran parte de las veces asumíamos la guardia solo dos residentes, acompañados, cuanto más, con un especialista, cuando antes había tres por guardia", recordó.
"Al principio, los familiares la 'cogían' con uno, como si el médico tuviera la culpa de la escasez. Una vez un acompañante casi se faja conmigo porque no comprendía que en el hospital no hubiese gasa. Realmente fue algo que me golpeó mucho en la práctica, no estaba preparado para decirles a las personas que salieran a la calle a comprar los insumos…", precisó.
A pesar del estrés y la sobrecarga, el doctor disfrutaba muchísimo su profesión. Por eso dejarla fue una decisión muy difícil, aunque no se arrepiente.
"El problema estaba en que al llegar a mi casa me veía sin un peso en el bolsillo, y no podía seguir así. Ni siquiera ahora, insisto, con el aumento de salario, en tiempos en que un file de huevo cuesta 3 200 pesos. Es muy fuerte…", subrayó.